Artesania.
Una
artesanía salvadoreña son las sorpresas. Bajo tapaderas que simulan
frutas, huevos o gallinas (de unos cinco centímetros de alto por tres de
ancho) se esconden muñecos de barro en miniatura que representan
vendedoras de telas, frutas, de tortillas, de shuco, de pupusas, parejas
casándose, nacimientos y hasta «picardías» de temas eróticos. Ha habido
familias en Ilobasco especializadas en la fabricación de sorpresas
realmente exquisitas. Lástima que la desaparición de los ancianos de la
familia (caso de doña Dominga Herrera) y la urgencia de hacer grandes
cantidades de sorpresas derivara en un descenso generalizado de su
calidad artística. Siempre dentro del género de trabajo de barro hay
quienes se dedican a la fabricación de comales,
ollas, cántaros, los cuales cumplen primariamente con la labor práctica
(como es en su origen todo arte popular): sirven para cocinar o para
guardar alimentos y bebidas en las casas de campesinos o de gentes
sencillas, pero secundariamente pueden ser comercializadas como adornos
exóticos o típicos para las casas de salvadoresños de las clases media o
alta. Es el caso de la cerámica de Guatajiagua, en el departamento de
Morazán: desde hace unos pocos años se ha puesto de moda los comales, tarros y ollas enormes de color negro azabache para decorar la cocina o el salón del comedor de alguna casa elegante.
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